ORAL Y PÚBLICO, emisión del 9/5/1997. Miguel Gaya, causa José Luis Cabezas - Abogarte

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En la emisión del 9 de mayo de 1.997, recibimos en ORAL Y PÚBLICO la visita del Dr. Miguel Gaya, abogado de ARGRA Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina e integrante de la Comisión de DDHH d ela AABA, se refirió al brutal asesinado de José Luis Cabezas y a la colocación de una placa recordando a los abogados y abogadas detenidos/as desaparecidos/as

Perfil publicó en su edición del 16 de febrero de 2021
A 25 años de la histórica foto de José Luis Cabezas a Yabrán
La historia detrás de la foto en febrero de 1996, en Pinamar, contada por el periodista y compañero de Cabezas, Gabriel Michi.
Este martes 16 de febrero se cumplen 25 años de la histórica foto que el fotógrafo y periodista José Luis Cabezas tomó de Alfredo Yabrán. La foto que nunca nadie había conseguido, que el mismo empresario misterioso decía se jactaba de que ni los Servicios de Inteligencia tenían y la foto que un año más tarde terminaría de la peor manera: con el asesinato de Cabezas.
En la temporada de 1996 en Pinamar, en febrero, estaban el recordado fotógrafo y el periodista Gabriel Michi, también de la revista Noticias, compañeros que planificaron el ansiado momento de la fotografía. Es que, según contó el propio Michi, ya tenían una investigación resuelta sobre irregulares inversiones en Pinamar de Yabrán, y lo único que restaba conseguir era lo que nadie tenía. Una foto para ilustrar la nota.
"En esa temporada, con José Luis, habíamos reforzado nuestra red de contactos y fuentes pe­riodísticas, lo que nos sirvió para enterarnos de los movimientos y lle­gadas de personajes famosos a las playas de Pinamar. Incluso teníamos identificadas las tres carpas que la familia Yabrán había reservado en el balneario Marbella, pese a que sabíamos que el magnate no estaba aún en Pinamar porque había viajado a los Estados Unidos para someterse a una operación de vesícula. Sin dudas, semejante nivel de detalles delata la precisión de la información con la que contábamos, incluso con per­sonajes del entorno directo del empresario y algunas «viudas del poder» (como en el periodismo de investigación se menciona a quienes participaron del ejido de un determinado espacio, pero que por alguna razón quedaron relegados)", contó Michi.
"Lo cierto es que después de una temporada muy exitosa en materia periodística y cuando ya casi estábamos preparando las valijas para vol­ver a Buenos Aires, el miércoles 14 de febrero de 1996, recibí un llamado de una de mis fuentes más confiables", agregó el periodista, que contó que le llegaba la información de la llegada de Yabrán a Pinamar.
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"Decidimos pasar con nuestro auto por la puerta de la casa de Yabrán en Pinamar y detectamos un mo­vimiento que hasta ese momento de la temporada no se había visto en su mansión «Narbay», con varias camionetas 4x4 en su estacionamiento, y algunos muchachos que deambulaban por allí, con «pinta» de custodios. Más tarde volvimos a pasar y vimos el humo que se levantaba entre los árboles de alrededor, lo que anunciaba un asado nocturno y, por lo tanto, que era muy probable que el magnate se quedara a cenar en su casa ese primer día de estadía en Pinamar", detalló.
"Fue allí que con José Luis decidimos que al otro día, el viernes 16 de febrero de ese 1996, íbamos a montar guardia desde muy temprano para ver si obteníamos la imagen del empresario. Nos interesaba particular­mente la foto porque la investigación sobre las sospechosas inversiones que Yabrán estaba realizando en Pinamar yo ya la tenía resuelta y solo necesitábamos la imagen más deseada para ilustrarla", precisó Michi.
Ese viernes llegaron a las 7 de la mañana al lugar. Justamente por la posibilidad de ser detectados por los matones que custodiaban al «Cartero» y que eso abortase la misión, decidieron colocarse en una especie de colina de tierra que hay a 50 metros de la puerta de entrada de «Narbay». Esa colina está en un descampado que daba a la calle Noctilucas y donde desembocaba la calle De La Sirena, la misma que terminaba, en el otro extremo, en la puerta de ingreso de la casa de Yabrán. Es decir, estaban a 50 metros del lugar por donde debería salir el magnate, sobre una colina que les daba un buen ángulo y escondidos detrás de unos matorrales que cubrían su presencia. Cabezas estaba con un lente largo que le permitía tener un primer plano del acceso a la casa de Yabrán, que era abierta, sin muros ni obstáculos que impidieran su visibilidad. No había ninguna invasión a una propiedad privada ya que se trataba de un decampado sin propietarios. Y la perspectiva era hacia un lugar público a la vista.
Luego de corroborar que estaba el magnate más buscado allí pero fracasar con el objetivo de la foto aquel 15 de febrero porque era el primer día en que Cabezas estaba en el balneario y con mucho sol en contra para tomar la foto, abortaron la misión que se concretaría al día siguiente.
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Michi relató que luego se encontraron con el vehículo de Yabrán en el balneario que ya sabían que estaba reservado por el magnate, y comenzó el operativo en donde vigilaron cada movimiento hasta encontrar la excusa perfecta sin llamar la atención para tomar la mítica foto.
"Fuimos con José Luis hasta el balneario contiguo, donde estaba mi mujer esperán­donos y decidimos permanecer allí para poder «vigilar» lo que hacía el hombre más buscado por la prensa argentina. Desde donde estábamos lo observábamos a simple vista, ya que sus características físicas lo delataban entre la multitud de esa playa pública.
Fue ahí cuando lo vimos venir caminando con su mujer hacia nues­tra playa. Encaraba una caminata costera pero la cantidad de gente y la proximidad entre el lugar desde donde salía el empresario y el nuestro impidieron que José Luis pudiera fotografiar ese momento. Decidimos esperar con la lógica del sentido común que señala que si se fue, tiene que volver. Y esa lógica funcionó. Nos quedamos atentos mirando para el norte y después de 40 minutos vemos a la distancia que Yabrán y su mujer se aproximaban hacia donde estábamos y supimos que ese iba a ser «el» momento. Entonces, con mi mujer nos pusimos en pose de turistas mientras que José Luis simulaba que nos fotografiaba. Pero en realidad estaba fotografiando a Yabrán y su mujer. Ambos caminando en forma distendida por la playa. Nosotros en un primer plano ficticio y en paralelo pero detrás, la verdadera fotografía. La del hombre más enigmático de la Argentina, gozando de la invisibilidad que había cons­truido por años.
Cuando el matrimonio Yabrán se acercó demasiado a nuestras posi­ciones, José Luis escondió su cámara debajo de una mochila que había­mos llevado. Y justo en el momento que pasan a nuestro lado, a unos escasos cinco metros, observamos que Don Alfredo y su mujer María Cristina se detienen y se dan un pico, un pequeño beso en la boca. José Luis protestó en voz baja:
—¡¡¡La puta madre!!! ¿Cómo me perdí esa foto?
—Tranquilo —le respondí—. ¿Las otras fotos las pudiste hacer?
—Sí, se los ve bien en primer plano, caminando. Están es-pec-ta-cu-lar. Pero me da bronca haberme perdido esta…
Así era José Luis. Un perfeccionista. Un obsesivo por conseguir siem­pre un poco más en su labor profesional. Nos temblaban las piernas por el logro. El nerviosismo que habíamos tenido durante esas horas tenía su premio. Esa adrenalina que seguía pero ahora con la certeza de que el objetivo estaba logrado.
Al rato vimos que Yabrán se iba de la playa, secundado por mucha gente. Era su familia, pero también sus disimulados custodios. Nos gol­peamos las manos y abrazamos con José Luis por el éxito obtenido y los nervios se transformaron en algarabía. Sabíamos que era un enorme logro periodístico.
Cuando el lunes 18 de febrero de 1996 nuestros jefes (los de la redac­ción y los de fotografía) vieron la trascendencia periodística y la calidad del material que les habíamos enviado, con el sello de profesionalismo que siempre caracterizó a José Luis Cabezas, «saltaron en una pata». Así me lo contaron. Volvieron las felicitaciones para ambos. Y la explicación a José Luis de que dado el valor periodístico que tenía esa fotografía no iría a la sección «Zoom», como él había solicitado, sino que era «una foto de tapa». Y José Luis, que ante todo era un excelente fotógrafo pero también tenía olfato periodístico como lo tienen los verdaderos reporte­ros gráficos, entendió que era lo que correspondía y lo que incluso más valorizaría su logro", contó Michi en un fragmento de su libro "Cabezas. Un periodista, un crimen, un país" de 2016.
J.D. / CP

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