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Deuda y macrocorrupción: La deuda externa es uno de los mayores conflictos que arrastra nuestro país y aunque parezca un tema técnico o ajeno, es una suerte de sangría que modifica nuestra condición de vida, nuestro futuro y bienestar. Fue y es el principal foco de macrocorrupción política y económica que nos contamina y debilita. Basta saber que desde su inicio en la dictadura de Videla hasta hoy, se han pagado en concepto de servicios, intereses y capital más de 400.000 millones de dólares que incluyen el pago de más 40..000 millones de dólares a los organismos internacionales. En lugar de haber transformado la multimillonaria suma en miles de escuelas, cientos de hospitales, millones de viviendas, autopistas, energías de todo tipo, fábricas y universidades, asistencia social y el 82% móvil para los jubilados, la deuda se llevó el excedente de riqueza del trabajo argentino en estos últimos 40 años, se llevó nuestro bienestar y la posibilidad de haber colocado a la Argentina entre los grandes países emergentes. Pero no es todo: el Ministro Prat Gay confirmó en el Senado de la Nación, que el país debe hoy 225.000 millones de dólares…
La misma y vieja deuda: Muchos ciudadanos creen que la deuda que hoy se debate, nada tiene que ver con la vieja deuda externa, pero es la misma que se ha venido reciclando. La deuda actual tiene su origen en la dictadura de Videla y Martínez de Hoz que modificó el Código Procesal Civil y Comercial para poder delegar la inmunidad soberana de nuestros tribunales en foros extranjeros. En agosto de 1982, continuando con un proceso iniciado y del que fue inspirador Domingo Cavallo, Presidente del BCRA, determinó la estatización de la deuda privada que alcanzaba a la suma de 23.000 millones de dólares. Una deuda privada de grandes empresas y bancos privados, entre quienes estaban Fiat, Esso, Shell. Ford Motors, Loma Negra, Bank of. América, Bridas, IMPSA, Renault, Cargill, Papelera Alto Paraná, Pérez Companc , Amro Bank, Chase Manhattan Bank, Pirelli, ESSO, Banco de Galicia, Aluar, etc. con lo cual la deuda externa pública total del país llegó a los 45.000 millones de dólares. Lo grave es que se trató de la estatización de deudas ficticias, como en gran parte lo demostró la auditoria llevada a cabo en el BCRA entre 1984 y 1985.
Alfonsìn o el reconocimiento de la deuda: Al volver a la democracia, el gobierno de Alfonsín se encontró con la carga de la deuda y las presiones de la corporación militar que le pedía la amnistía para los responsables de los crímenes del terrorismo de Estado. Toda America Latina estaba endeudada a la espera que Argentina denunciara la deuda con la teoría americana de la deuda odiosa que EEUU aplico en Irak para no pagar las deudas de Sadam Hussein. Para esa doctrina las deudas contraídas por gobiernos dictatoriales no son deudas de los pueblos y por ende, no corresponde pagarlas. Y este proceso, que implicaba cuestionar las políticas del FMI lo comenzó el gran ministro de economía de entonces, don Bernardo Grinspun, que vanamente intentó cuestionarla y priorizar el pago de la deuda interna.
No fue esta la idea del Presidente Raúl Alfonsín, que en 1985 planteó una “economía de guerra” según el plan del nuevo ministro de economía Sourrouille y autorizó a José Luis Machinea, -al frente del BCRA- a emitir pagarés de reconocimiento de la deuda privada para que fuera asumida en forma directa por el Estado Nacional. Cabe apuntar que fue en vano la insistencia en lograr alguna información de la justicia federal, ya que tanto el BCRA como el Ministerio de Economía no tenían registrada la deuda: solo había anotaciones sin valor contable., Desde ese momento, junto al reconocimiento en la Rondas del Club de París, se trató de legitimar toda la deuda de la dictadura, para que fuera exigible legalmente, y de allí viene el origen de todo lo que se sigue discutiendo.
Plan Brady y bonos. La deuda externa privada que estatizara la dictadura, fue convertida en bonos por el gobierno justicialista de Carlos Menem. Dada la falta de registros de la deuda, el Ministro Cavallo informó que la Argentina pagaba a los acreedores ante simple avisos de vencimiento, y sin exigirle documentación alguna que documentara la legalidad de los créditos reclamados. A tal fin se celebró un acuerdo con el Comité de Bancos liderado por el Citibank, para que ellos nos dieran la información exacta de cuanto les debíamos, se establecieran los intereses y las formas de pago. Todo ello fue avalado por los dictámenes de la Procuración del Tesoro. A través de ese plan, llamado Plan Brady por la participación del Secretario del Tesoro americano, la deuda incobrable que tenían muchos bancos, se trasformó en miles de bonos, vendidos por esos mismos bancos a los ahorristas de diversas partes del mundo, pero además permitió que , a través de esa operatoria, se quedaran con todas las empresas públicas, ya que pagaron una gran parte con bonos defaulteados, que habían comprado al 17% de su valor, y al que el gobierno de Menem les reconoció su valor nominal.
Esa deuda, aumentada por los intereses, canjes y refinanciaciones posteriores, sigue siendo la que hemos venido pagando hasta hoy, gracias a la alternancia del bipartidismo en el gobierno y a su complacencia o complicidad. La deuda siguió creciendo y se convirtió en una suerte de fatalidad, que no se podía investigar y solo cabía pagarlas o refinanciarlas. Las deudas deben pagarse, cuando tienen un origen lícito, pero la nuestra nació mediante la comisión de delitos e ilicitudes, y esa ilegalidad, que determina la nulidad absoluta de la misma no puede ser desconocida por ningún poder del Estado. La investigación oficial del equipo de expertos que acompañó la causa iniciada por el Dr Alejandro Olmos puso en evidencia que la deuda de la dictadura no tenía justificación económica, administrativa ni financiera, que se desconocía en una gran parte el destino de los fondos, que estaban probados los actos ilícitos denunciados.
Acatar los fallos de la justicia: Se dice y se oye que se debe cumplir con la Justicia y acatar las sentencias, aunque sean adversas – en referencia al fallo del juez Griesa- y deberíamos agregar que de todos los fallos y no solo de algunos. En julio del año 2000 el juez federal Jorge Ballestero dictó sentencia en la mencionada causa Olmos. En ella se probaron 477 ilícitos, veinte operaciones irregulares avaladas por el Estado Nacional, todos los préstamos solicitados por empresas del Estado y sus organismos, así como el endeudamiento del sector privado. El juez remitió la causa al Congreso para que cumpliera con su obligación de tratarla, como marca la Constitución Nacional, y la decisión judicial fue enviada al archivo, sin que jamás hubiera la menor intención de ver de que se trataba la aludida investigación…
Por estas razones llamamos a no acompañar el dictamen aprobado en la Cámara de Diputados y proponemos las siguientes modificaciones:
1) Que solo se cierre el acuerdo con los holdouts del fallo del juez Griesa
2) Que los bonistas renuncien a nuevos juicios o demandas…
3) Que los demás procesos de negociación deban tratarse y aprobarse en el Congreso
4) Que nunca más el país delegue soberanía en tribunales extranjeros
5) Que el Congreso no delegue sus facultades constitucionales de negociar la deuda en funcionarios del Poder Ejecutivo y de participación a la Auditoría General de la Nación.
6) Que se cree la Conadep de la Deuda Externa, una comisión investigadora independiente con expertos y juristas nacionales e internacionales y legisladores.
La deuda fue y sigue siendo una de las líneas divisorias entre la política nacional y la antinacional. Parafraseando a don Alejandro Olmos podemos decir hoy: de un lado los que están a favor del país, los que no quieren vivir de prestado y desean crecer con lo nuestro, los que quieren cuidar los generosos bienes naturales que tenemos; del otro lado, los especuladores, agiotistas, oportunistas y corruptos, más todos aquellos que ya no creen ni están dispuestos a pelear por un país democrático, justo y libre de ataduras neocoloniales.
(fuente INFOSUR)
Pino Solanas siempre estuvo preocupado por la deuda externa. En la emisión del 24 de noviembre de 1995 de ORALÑ Y PÚBLICO lo llamamos porque aparecía anunciado en Clarín (que cuando no miente se equivoca) como participante de un juicio ético por la deuda. No tenía ni idea, por lo que nos enfocamos en su otra gran preocupación; la cultura, las comunicaciones, la corrupción