ORAL Y PÚBLICO, emisión del 15/9/1995. María Seane. La noche de los lápices - Abogarte

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La noche del 16 de septiembre de 1976 y días sucesivos, un grupo de jóvenes militantes de la Unión de Estudiantes (UES) y de la Juventud Guevarista fueron secuestrados en la ciudad de La Plata, a 60 kilómetros de la capital argentina, por miembros de la Policía de la Provincia de Buenos Aires. Eran los primeros meses de la dictadura cívico-militar que acabaría en diciembre de 1983. La fecha quedó grabada en la memoria colectiva como “La noche de los lápices”.
Según la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP), “los adolescentes secuestrados habrían sido eliminados después de padecer tormentos en distintos centros clandestinos de detención, entre los que se encontraban: Arana, Pozo de Banfield, Pozo de Quilmes, Jefatura de Policía de la Provincia de Buenos Aires y las Comisarías 5ª, 8ª y 9ª de La Plata y 3ª de Valentín Alsina, en Lanús, y el Polígono de Tiro de la Jefatura de la Provincia de Buenos Aires”.
Entre ellos estaban: Francisco López Muntaner, María Claudia Falcone, Claudio de Acha, Horacio Ángel Ungaro, Daniel Alberto Racero, María Clara Ciocchini, Pablo Díaz, Patricia Miranda, Gustavo Calotti y Emilce Moler. Cuatro de ellos sobrevivieron. Se presume que los restantes fueron fusilados en los primeros días del año 1977.
La mayoría de los jóvenes tenía militancia política en la Unión de Estudiantes Secundarios, agrupación estudiantil encuadrada en el peronismo de izquierda, y en la Juventud Guevarista, rama juvenil del Partido Revolucionario de los Trabajadores de tendencia marxista-leninista. Muchos de ellos habían participado, durante la primavera de 1975, en las movilizaciones que reclamaron y obtuvieron el Boleto Estudiantil Secundario.
«Lo predominante era atribuir aquel operativo a la lucha por el Boleto Estudiantil Secundario. Esa movilización fue muy importante, pero había ocurrido con anterioridad, en 1975, y a nosotros nos detuvieron por ser militantes de la UES, nunca me preguntaron por el boleto escolar,” considera Emilce Moler, una de las sobrevivientes, quien subraya: «La Noche de los Lápices quedó como un ícono muy fuerte en la impronta de los jóvenes; es una fecha para conmemorar a los cientos de chicos que fueron desaparecidos, torturados o que sufrieron cárcel o exilio; violaciones de los derechos por ilusiones propias de su edad».
En mayo de 1998, la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires estableció por ley “la fecha del 16 de septiembre, en conmemoración a ‘La Noche de los Lápices’, como ‘Día de los Derechos del Estudiante Secundario’.”
(Fuente CLACSO)
En un programa dedicado a conmemorar La noche de los lápices, desde ORAL Y PÚBLICO nos comunicamos con María Seoane. Fue en la emisión del día 15 de setiembre de 1995, un día antes del 19° aniversario del horrendo delito del Estado terrorista contra casi niños que solo luchaban por el boleto estudiantil. Obvio que con uin gran compromiso, que a 25 años cobra una dimensión inimaginable. Destaca este compromiso social la autora de una imprescindible obra:
La noche de los lápices junto a Héctor Ruiz Nuñez
Reseña del libro La Noche de los lápices
Muchos episodios políticos conmovieron a ta Argentina en las últimas cuatro décadas, pero pocos han dejado huellas tan profundas en nuestra conciencia social como el ocurrido el 16 de septiembre de 1976 en la ciudad de La Plata, cuando un grupo de estudiantes secundarios que luchaban por la reincorporación del boleto escolar gratuito fueron brutalmente secuestrados y torturados durante meses en un campo clandestino de detención. Todos ellos tenían entre catorce y dieciocho años; sólo uno sobrevivió del Pozo de Banfieid: Pablo Díaz, y se encargó de contar al mundo esta tragedia. Tiempo después, otra estudiante, Emilce Moler, ratificó con su testimonio lo ocurrido. La noche de los lápices es mucho más que una investigación. María Seoane y Héctor Ruiz Núñez bucearon en los recuerdos de familiares y amigos, en los cuadernos y papeles personales de cada una de las víctimas para desentrañar sus sueños y expectativas truncas, y los superpusieron al retrato de una Argentina paralizada por el terror y el autoritarismo.
Tanto que, desde su aparición en 1986, el libro se convirtió en un clásico instantáneo (traducido al alemán, italiano, portugués; llevado al cine por Héctor Olivera), no sólo por exponer aspectos fundamentales de la historia política de nuestros adolescentes, sino por su contribución a la toma de conciencia, en adultos y jóvenes por igual, de la defensa de la libertad y la condena a toda forma de autoritarismo.(Fuente Cúspide)


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