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"Fue cuando se callaron las Iglesias/ que los padres palotinos y Angelelli/ dejaron su sangre en el lodo/ todo está escondido en la memoria/ refugio de la vida y de la historia", canta León Gieco en un cuadradito de la pantalla y en paralelo se ve la imagen de Horacio Pietragalla Corti, nieto recuperado y secretario de Derechos Humanos de la Nación, escuchando con su hija en brazos y los ojos vidriosos. En otro de los cuadrados se ve a Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la Paz, que despacio se saca los lentes y se seca las lágrimas. Es parte de lo que ocurrió, en forma remota pero a la vez muy cercana, en un encuentro que organizó la agrupación "Palotinos por la Memoria la Verdad y la Justicia", en homenaje al aniversario 44 del asesinato de los tres curas y dos seminaristas. Ocurrió el 4 de julio de 1976 en la iglesia San Patricio del barrio de Belgrano, y desde entonces se recuerda el hecho como "la masacre de San Patricio".
"Jesús decía: 'en memoria mía, actualicen mi proyecto'. Y actualizarlo implica que hagamos cosas concretas en cada momento de la historia. Jesús no murió de viejo, lo asesinaron, al igual que a los mártires palotinos, por hacer presente el mensaje del evangelio en un momento muy complicado”, dice el cura en Opción por los Pobres, Francisco "Paco" Olveira. Aparecen los nombres de los curas asesinados: Alfredo Leaden, Alfredo "Alfie" Kelly, Pedro Eduardo Dufau y los seminaristas Salvador Barbeito Doval y Emilio José Barletti. Olveira imagina hoy a los palotinos asesinados diciendo ante este contexto: "¿cómo no va haber impuesto a las grandes fortunas? ¿cómo tenemos una estructura financiera donde pocos se queden con tanto y tantos con tan poco?".
Pietragalla sostiene que la masacre de San Patricio deja en claro que “la dictadura no tuvo pruritos para atacar a religiosos, a las Madres que se llevaron de la iglesia Santa Cruz, a nuestros padres, a trabajadores organizados y a tantos militantes". "Claramente no les importaba de quién se trataba, iban por todos aquellos que pensaban diferente o defendían un modelo económico distinto al que se quería instalar con el golpe”, afirma. "En aquel entonces hubo un sector de la iglesia que calló y que confesaba a los genocidas. Pero también hubo un sector que estuvo al lado del necesitado y esa fue la iglesia perseguida, la que molestaba", sostiene. Dice que no es creyente, pero siempre recuerda que su padre lo eran y muestra a pantalla un libro sobre religión y dos crucifijos que le peretencían: "mi viejo escribía sobre la iglesia tercermundista y eso hizo que yo siempre mirara con recelo una parte de la iglesia, pero con mucho amor a la otra", remarca.
Adolfo Pérez Esquivel reflexiona: “la iglesia en toda América Latina tiene muchos mártires, pero cuando los escuché exponer me acordé en especial de las monjas francesas y de tantos otros, Madres, familiares y de todas esas personas que dieron su vida para dar vida". "Eso nos tiene que dar fuerzas y esperanzas para continuar la lucha y construir los enormes desafíos que hoy tenemos", agrega. Además subraya que "la memoria de los palotinos está presente todos los días" y que siguen trabajando "por la verdad, justicia y por la reparación del daño”.
Por último, el sacerdote palotino Mariano Pinasco recuerda que uno de los curas que sobrevivió a la masacre dijo, ante los cuestionamientos de una parte de la sociedad que afirmaba que los religiosos "andaban en algo": “no sólo andaban en algo, andaban en todo. Y por eso, porque andaban caminando con la gente y con los más necesitados, hoy son vida entre nosotros".
(Página/12, 20 de febrero de 2021)
En varias emisiones de ORAL Y PÚBLICO hemos tratado la masacre de San Patricio, en esta recibimos a Carlos Salum y Gabriel Seisdedos