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CON LOS PIBES SÍ!
Carlos López De Belva
Cuántas veces hemos escuchado proclamar “CON LOS PIBES NO!
A veces en el marco de las críticas cínicas a la educación comprometida con la realidad social e histórica, a la que llaman “adoctrinamiento”.
Nosotros vamos a expresarnos en otro marco. En el marco del ajuste brutal que recae sobre la casta. La casta de los jubilados y la casta de los niños. Esos que; según estadísticas insospechadas de populismo, en altísimo porcentaje, se van a dormir sin cenar.
Esos integrantes de la casta fueron reprimidos. Ellos pagan este ajuste que, obvio es reiterarlo, no cierra sin represión.
Primero nos espantó ver que las fuerzas de Patricia Bullrich le pegaba a los jubilados y las jubiladas. Y dicho sea de paso, no se trataba del cumplimiento de órdenes, como pretendió exculpar Aníbal Fernández. Lo hacían con entusiasmo.
Lo que no se había visto tan descarnadamente, fue reprimir a una niña de 10 años.
Lo que le siguió fue peor, tanto que los mismos periodistas militantes del oficialismo debieron repudiar.
La puesta en escena de una farsa repugnante tratando de echar las culpas de la agresión con gas pimienta a una niña, a una de las manifestantes.
También a la madre de la criatura por hacerla llevado a la marcha, legítima desde todo punto de vista. Así lo consagran la Constitución Nacional y la experiencia histórica de un pueblo que por el momento está aletargado y confundido.
Según la Ministra de (in)seguridad la culpa es de la madre por haber llevado a una menor a una marcha. Es tan absurdo y reprochable el argumento como el esperpento de Protocolo solo sustentado por la fuerza bruta.
Con total falta de pudor y respeto por el derecho humano de acceder a la información veraz, el Ministerio citado hizo circular un video y una versión trucha. Los periodistas, amigos por cierto, cuando advirtieron que se habían comido la curva, saltaron como leche hervida, como se decía antes.
La recriminación de Eduardo Feinmann a la Ministra y las respuesta de Bullrich, no tienen desperdicio. Las excusas posteriores del periodista, tampoco.
Pero a lo que apunto en este comentario es a la inaceptable pretensión de un gobierno no demasiado comprometido con los valores democráticos, de que no se puede llevar niños a las manifestaciones. Esto no tiene antecedentes.
Desde siempre hemos visto familias con sus hijos manifestarse, lo que es un legítimo derecho constitucional. Obvio que hemos llevado siempre a los nuestros.
Es la mejor y más didáctica forma de inculcar los valores democráticos y su defensa.
Solo el terrorismo de Estado se había ensañado con  los niños. 500 niños y niñas fueron víctimas de desaparición forzosa, más de 200 aún permanecen en esa situación.
Los niños y las niñas deben aprender a defender una democracia cuya recuperación costó mucha sangre. No todos la derramaron ni estuvieron dispuestos a hacerlo.
Pero, la democracia se recuperó y los genocidas fueron juzgados y condenados. Algunos al menos. Hoy son  reivindicados precisamente por quienes no quieren chicos ni chicas reclamando junto a sus padres y sus abuelos.
Las marchas van a seguir. El esperpento de Protocolo va a ser declarado inconstitucional cuando los jueces se decidan a cumplir sus deberes y los abogados y sus instituciones se lo exijan con firmeza y convicción.
Mientras tanto los chicos y las chicas seguirán acompañando las marchas. Y lo harán en defensa propia, en defensa de su porvenir, de su futuro y de su presente.
Los militares creyeron que gozarían de impunidad y fueron sentados en el banquillo de los acusados. La causa 13 es una lección de historia de la democracia argentina para el mundo. Aunque ahora se alimente desde la demagogia de derecha, la peregrina idea de que esos juicios serán sometidos a revisión.
El pueblo seguirá reclamando en ejercicio de un derecho que las Naciones Unidas recordó hace poco al gobierno de Javier Milei. Y los ni´ños y las niñas seguirán acompañándolo.
Es la mejor enseñanza que pueden recibir para asegurarse un futuro en democracia, con respeto a los otros y las otras, en paz y solidaridad y para construir un país en que ningún niño y ninguna niña se vayan a dormir sin tener un pedazo de pan para comer.
Por eso es que no hay duda de que
CON LOS PIBES Y LAS PIBAS, SÍ!
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